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5 temas clave donde el tercer sector se la juega en el 2013

16.01.13

2013

En este post, se hace referencia a temas clave que las ONG deberán incorporar en sus agendas durante 2013, como consecuencia de la época de cambio que se está produciendo en el sector.

Fuente: Espacios Conectados

Autor: Laura

El 2012 se ha hecho largo en la mayor parte de las organizaciones no lucrativas. El cambio de época que estamos afrontando se ha mostrado con toda su intensidad en este año: los paradigmas de los últimos treinta años para el funcionamiento de las organizaciones han dejado de funcionar y la gestión de muchas entidades se ha ido transformando en un ejercicio de supervivencia cortoplacista: ¿llegar a fin de mes, fin de trimestre, fin de año…?

La situación requiere reaccionar con rapidez en 2013 afrontando rápidamente cambios estratégicos que permitan a las entidades continuar aportando valor a la sociedad en los próximos años. Pero la situación no es fácil: hay poco tiempo, menos recursos y los cambios nos exigen una radicalidad y rapidez a la que no estamos acostumbrados.

A continuación se muestran cinco temas clave que están (o estarán próximamente…) en las agendas de la mayor parte de las organizaciones de la sociedad civil en nuestro país:

1. Potenciar la complicidad social.
Las organizaciones existen porque somos capaces de generar complicidad social en el trabajo en las causas por las que trabajamos. Da igual el tipo de organización del que se trate: su existencia solamente tiene sentido si hay una complicidad social formada por personas y otros colectivos capaces de comprometerse con la actuación de la entidad. Ya pasaron los tiempos en que los proyectos se podían llevar a cabo únicamente porque a alguien de la Administración Pública le gustaba lo que hacíamos y nos apoyaba con una subvención. Las organizaciones del siglo XXI son capaces de movilizar personas comprometidas con su misión que apoyan con dedicación de tiempo y recursos económicos para hacer realidad los sueños de la organización. La clave es conseguir y gestionar esa complicidad social que aportará energías, ilusiones, capacidades y recursos para la transformación social.

2. Desarrollar nuevas competencias en los equipos.
Estamos en una nueva época que exige nuevas competencias y capacidades a la gente que forma las organizaciones, da igual que sean personas voluntarias o remuneradas. Durante años hemos aprendido a gestionar proyectos, a presentarnos a convocatorias, a visitar las administraciones, a conocer sus lenguajes, a justificar y a usar toda una serie de metodologías, ya fueran proyectos de intervención social, marco lógico, de sostenibilidad ambiental o de acción cultural… ¿Os suenan? Durante años esto ha sido lo eficiente y era lo necesario para hacer realidad nuestra misión. Pero ya no es suficiente. Ese lenguaje de “expertos-para-expertos” no nos sirve para generar complicidad y compromiso con el barrio, con la ciudad, con la gente normal de la calle que hemos de ser capaces de comprometer en nuestro trabajo por una sociedad mejor. Nos hacen falta competencias relacionales, “comerciales”, nuevos lenguajes, capacidad de explicarnos sin tecnicismos. Un ejemplo: si miráis unas cuantas webs de organizaciones veréis que en general usan un lenguaje más adecuado para rellenar un formulario que para ilusionar y comprometer personas. En las organizaciones tenemos gente valiosa y comprometida con la misión, personas voluntarias y/o remuneradas. Las organizaciones del siglo XXI han de favorecer el proceso acelerado de desarrollar estas competencias en la gente que forma parte de la organización para acercarnos y comprometer personas.

3. Entender el nuevo rol de la administración pública.
Durante años la Administración Pública ha sido el motor que impulsaba nuestros proyectos porque creía en su utilidad social: si les gustaba lo que hacíamos, podíamos conseguir recursos económicos para arrancar los proyectos con la administración como financiador único o casi único (aún con las reglas de cofinanciación, que muchas veces hemos solventado con fondos de otras administraciones públicas). Hemos sido un socio de largo recorrido para una Administración Pública que aprovechaba la utilidad social de lo que hacíamos, la ilusión que poníamos y la austeridad de recursos con la que funcionamos. Pero ahora nos encontramos ante una Administración Pública quebrada y desorientada, que aunque en ocasiones quiera, no puede. Y recorta. Y recorta. Y sigue recortando. Y para nuestro escándalo, lo hace en temas directamente relacionados con nuestra misión: para nosotros es lo más importante, pero para ellos solamente es un tema más. Pero aunque la Administración Pública tenga dificultades, no desaparece. Está ahí, y sigue valorando las cosas de utilidad social, lo que ocurre es que está cambiando su rol: antes tenía un rol principal y cada vez más tendrá un rol más complementario en nuestros proyectos. La organización del siglo XXI, a través de sus redes de complicidad social y su capacidad de emprendimiento, podrá arrancar proyectos y mostrar utilidad social de los mismos para animar la participación de la Administración Pública con políticas en esas áreas. Pero seguramente tendrá un rol diferente: un rol colaborador, pero ya no podrá ser el financiador único o principal.

4. Ahorrar costes siendo más eficientes.
Es simple. Hay que ahorrar, aunque seamos de natural austeros. Un ahorro basado en el aumento de eficiencia: las estructuras muy pequeñas tienen muchas ineficiencias que acaban generando unos costes altos de funcionamiento. No nos lo podemos permitir. Colaborar, compartir, repartir, coordinar, fusionar, reutilizar,… serán verbos que guiarán con fuerza nuestras actuaciones estos años. Ya lo estamos viendo: organizaciones que comparten estructuras, que son capaces de colaborar y diseñar procedimientos conjuntos para ahorrar. Hay que mantener la capilaridad social característica del tercer sector en la actuación, pero hay que ser capaz de combinarlo con eficiencia en el funcionamiento: ¿no podemos compartir local?, ¿o utilizar el mismo auditor?, ¿o las mismas metodologías de intervención? ¿Podríamos compartir las infraestructuras informáticas?, ¿o gestionar el dinero conjuntamente? Por ejemplo, gestionar 100 veces 100.000€ es mucho más caro (¡pero mucho más!) que gestionar 10 millones de euros conjuntamente. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto dar el paso? Las organizaciones de segundo nivel del siglo XXI tendrán un papel clave para la mejora de la eficiencia y ahorrar costes de funcionamiento a las entidades.Actuación local con estructuras globalmente compartidas. O a veces, sencillamente una fusión.

5. Mostrar el impacto social y económico de nuestra actividad.
Nosotros estamos plenamente convencidos de la utilidad social de nuestras organizaciones. Pero no vale con estar convencidos: hemos de ser capaces de mostrarlo, de medirlo y reivindicar nuestra aportación social y económica a la sociedad. La confianza no es ciega: se construye a partir de los datos, a partir de organizaciones transparentes que nos esforzamos por mostrar lo que estamos aportando a la sociedad. Hace años podía ser un acto de fe, pero hoy en día ya existen metodologías y maneras de mostrar lo que aportamos a la sociedad: tanto en mejoras y en ahorros. Los datos ayudan a construir confianza, y la confianza día a día se refuerza y motiva el compromiso con la organización. Ya no es un tema únicamente de calidad en la actuación, sino que los esfuerzos de medida de impacto social y económico van más allá. Y las organizaciones del siglo XXI han de saber explicar a la sociedad el valor social y económico de lo que aportan.

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