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Humanitarios ¿Una profesión insegura?

22.08.13

humanitario

En los últimos años los trabajadores humanitarios se han convertido en blanco de los grupos armados en numerosas partes del mundo.

La gestión de la seguridad de los profesionales humanitarios se está convirtiendo en una prioridad para numerosas organizaciones: “Acción contra el Hambre siempre ha situado la gestión de la seguridad como la máxima prioridad de trabajo, ya que la integridad de nuestros cooperantes en su desempeño humanitario es algo irrenunciable” declara Gemma Boada, Directora de Recursos Humanos de Acción contra el Hambre.

Gonzalo Palacios, el Responsable de Seguridad de Acción contra el Hambre, se encarga de vigilar con los equipos de los 50 países donde interviene la organización el nivel de riesgos y amenazas. La política de seguridad de Acción contra el Hambre ayuda a determinar los niveles de seguridad pertinentes en cada caso (con las medidas operativas que ello conlleva), a actualizar los planes de seguridad de cada misión y a difundirlos entre los trabajadores, entre otras cosas. “Nuestra estrategia de seguridad se basa en tres pilares: la protección, la disuasión y la aceptación, pero es este último el que más garantías de seguridad ofrece a un cooperante. La mejor protección que puedes tener es la aceptación por parte de la población local, que te respete y te proteja porque sus miembros quieren que te quedes con ellos. Rehuimos todo lo posible de las medidas extremas como el uso de escolta militar o los coches blindados, porque son demasiado aparatosos. Además, en nada beneficia a la ayuda humanitaria la confusión entre actores humanitarios y militares o armados”, explica Gonzalo. No se escatiman los medios para estar siempre comunicados por radio, satélites o teléfonos.

Las normas de seguridad de organizaciones como Acción contra el Hambre son muy estrictas y están claramente establecidas y adaptadas al contexto. Van desde la comunicación constante durante trayectos peligrosos, hasta el deber de regresar a las bases antes de la caída del sol o la identificación de todos los equipos con el material de visibilidad necesario para ser reconocidos como actores humanitarios.

“Aunque parece que la peligrosidad de muchos países reside en la violencia, son en realidad los accidentes de tráfico la primera causa de mortalidad de los cooperantes. Conducir es peligroso, por lo que somos muy estrictos, por ejemplo, sólo choferes profesionales están autorizados a conducir un vehículo de la organización, en las rutas o a las horas de conducción permitidas”.

Con todo ello, no hay que quedarse con la idea de que esta es una profesión peligrosa. “Lo que hay que tener claro es que esto es una profesión muy seria, no una aventura, y tanto organizaciones, como trabajadores humanitarios tienen que hacer una gestión preventiva, profesional y continua de los riesgos de seguridad. Si se ponen todas las medidas necesarias para cada caso, la exposición al riesgo se minimiza”, concluye Gonzalo.

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