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La reconversión (milagrosa) del tercer sector: Sin recursos y con valores

28.01.13

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El cambio de paradigma que está afrontando el tercer sector en su relación con la administración pública lleva implícita realizar una reconversión profunda de las entidades tal como las conocemos hoy en día.

Fuente: TercerSector.net

Autor: Pau Vidal

La imagen es de TercerSector.net

Los paradigmas y la forma de funcionar de los últimos veinte/treinta años ya no sirven para encarar el futuro. Así de simple, así de radical. Durante años, la relación con la administración pública ha sido el elemento clave para tirar adelante los proyectos de utilidad social, ambiental, cultural, de cooperación, etc., que tenían las organizaciones no lucrativas en mente. La financiación pública ha sido fundamental y las organizaciones se han ido acostumbrando a las lógicas que ésta nos ha ido imponiendo: en la formulación de proyectos, en los ciclos anuales, en las justificaciones, en la orientación al proceso por encima del resultado, etc. No ha sido fácil aprender en esta relación con la administración pública, pero el paso de los años y el peso de los procesos administrativos ha ido modelando el funcionamiento de muchas entidades.

Y aunque éramos conscientes desde hace tiempo del riesgo de tener esa fuente de financiación principal (de hecho, casi única para demasiadas organizaciones), no ha sido hasta las dificultades actuales cuando se ha planteado la urgencia radical de cambio. Cambio necesario.

Pero no es fácil cambiar rápidamente después de tantos años de funcionar de una manera determinada.

Los primeros esfuerzos han ido orientados a una adaptación a corto plazo más que a un cambio estratégico. Es lógico: urgencia presupuestaria, cuenta de explotación que aprieta. Y ha tocado cerrar proyectos, reducir equipos, redimensionar organizaciones. Todo ello es necesario, pero son ajustes: no es un cambio estratégico.

Hace falta una fuerte reconversión. Hacer cosas diferentes. Nuevas maneras de funcionar. Incorporar lógicas emprendedoras en el arranque de proyectos.

Toca construir complicidad social sólida con la ciudadanía, desarrollar nuevas competencias en los equipos, diversificar la financiación de las actividades, hablar con un lenguaje entendible fuera de los expertos, actualizar los órganos de gobierno, incorporar las nuevas tecnologías, etc. Y más, mucho más que constituye la reconversión que han de afrontar las organizaciones no lucrativas para cumplir su función en la sociedad. Transformarnos en las organizaciones del siglo XXI que son necesarias hoy en día.

Afrontamos una reconversión dura, difícil que implica cambiar una gran parte de lo que hemos hecho en casi toda nuestra historia reciente. Y lo hemos de hacer sin recursos disponibles. Ya sabemos que el sector público mima a otros actores en sus necesidades de reconversión: si fuéramos bancos, tendríamos miles de millones a través del FROB para la reconversión; o si construyéramos coches también tendríamos incentivos para que la ciudadanía los compre; o hace años se abocaron muchísimos recursos en las reconversiones industriales y hasta el sector inmobiliario está consiguiendo colocar sus pisos vacíos a la administración para reconvertirse.

Pero para la necesaria reconversión de las organizaciones no lucrativas a las nuevas lógicas del siglo XXI no hay recursos: no hay dinero para repensarnos o reestructurarnos. Así que nos toca afrontar esta dura reconversión sin recursos económicos para hacerlo, aunque afortunadamente contamos como siempre con la fuerza de nuestros valores y de nuestro compromiso con las personas y la sociedad. Éste es nuestro gran capital, aunque no sabemos si será suficiente y es posible que muchas organizaciones no sobrevivan a ese proceso de repensarse. Aún así, nos toca ser optimistas y afrontar el esfuerzo pensando que a partir de ese firme compromiso con los valores, con las personas y con la sociedad, acompañado de la buena gestión y la complicidad social nos llevará a reconstruir un tercer sector capaz de actuar de manera eficiente y eficaz en el siglo XXI. Porque nuestra sociedad se lo merece.

Vamos adelante, pues, con la reconversión (milagrosa) de las organizaciones no lucrativas: nos tocará trabajar mucho para hacerla con valores y compromiso, aunque sin recursos específicos para ello.

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